Doble crítica: Underworld. El Despertar y The Artist

/ sábado, enero 28, 2012 /
Para que no digáis que no varío en mis sesiones de cine, aquí van dos películas totalmente opuestas entre sí que vi hace nada. Se trata de un estreno de esta semana y otra que aunque no sea de estreno se ha disfrutar.

Underworld. El Despertar (del 3D)

 

Vayamos por orden cronológico. El jueves nos invitaron a ver la nueva secuela de la saga de Underworld, que he de decir que siempre me ha gustado -soy un fanático de los vampiror!- y tanto la primera como la segunda parte las he visto y guardo un buen recuerdo de ambas.
La tercera no he tenido el placer de verla, y eso que hace poco la televisaron por aquí, vi un pequeño trozo y no pude ver más, pero la tengo pendiente sólo por ver de nuevo a Michael Sheen.
En fin, esta nueva entrega sucede bastantes años después de un gran acontecimiento en ese mundo, y la trama gira en torno a la protagonista y su búsqueda de Corvin, el noviete de ésta.
Vale. De acuerdo. Aceptamos barco. No le podemos pedir más a una película pensada para ver con palomitas y coca-cola. El argumento es fácil de seguir y se hace previsible y corta.
La peli en sí tampoco está nada mal, seamos claros, peores cosas he tenido el gusto de ver. Por ejemplo me llamó la atención el notable uso del tresdé tan de moda ahora. Hasta el momento no he visto una peli que utilice tantísimo esta nueva tecnología y que te haga disfrutar con ella. Sangre, chispas, tiros, colmillos o armas salen disparadas hacia el espectador cada dos por tres, y claro, lo flipas bastante.
Otro punto positivo es el nivel gore que posee dicho título. No sé si mi memoria me falla -puede ser fácil- pero no recordaba tal cantidad de hemoglobina, huesos o cabezas rodadoras en esta saga. Sí que la había, pero no sé si tan explícito o tantos litros.
Conclusión: una película para disfrutar sólamente por el 3D y para pasarlo bien con los amigotes. Me recordó bastante a la saga de Resident Evil, por aquello de que cada vez se sacan cosas nuevas de la manga para intentar "evolucionar" la historia. No hija, no.
Aún así, se disfruta y se hace intensa en su hora y media de metraje.


The Artist o Cómo lograr una película con solo un par de ojazos.

 

Por otro lado, el viernes noche tuve el placer de convencer a mi señora para acercarnos a ver esta curiosa película. Todo el mundo ha de saber ya (aunque algunos bobos no leen mucho) de que se trata de la película de los Oscars: en blanco y negro y encima muda. Si Underworld ponía toda la carne en el asador en cuanto a efectos y nuevas técnicas, esta es todo lo contrario. No nos engañemos: lo retro se vuelve a llevar.
De todas formas no puedo más que entregarme a esta película. Una delicia en todos los sentidos, una puesta en escena brutal, una fotografía excelente (que seguramente se lleve la estatuilla) y una música que como es de esperar, ya que es la segunda arma de la película, se hace encantadora y sutil.
En realidad es un aspecto que merece la pena destacar. El sonido durante toda la película es muy importante. Se ditinguen claramente dos tipos de instrumentos para cada personaje principal, y se trabaja muchísimo con esas dos melodías, que llegan a unirse cuando sus personajes se cruzan en pantalla. Destaca también una fenomenal escena (que no destriparé) donde el sonido coge una fuerza impactante que sorprende muchísimo.
Además la historia va avanzando conforme se inventa el cine sonoro, y de nuevo el sonido te ayuda durante toda la película a explicar dicho momento histórico.
Realcemos también el nivel de la historia. Historia básica pero llena de pequeños detalles que la hacen especial, como ese principio cuando se esperan oír los aplausos del público y... en fin, ¡id a verla!
Sin embargo, me sucedió algo que lleva pasándome desde hace tiempo con varias películas. El ritmo descansa demasiado hacia el tercer tramo de la película. Se hace lenta. Parece que el audio ya no acompañe y esté como dejado caer. Algunas escenas se pueden entender sin darle tanta vuelta de tuerca y algunas sencillamente podrían sobrar dado que desde un principio la película reconoce a un espectador inteligente.
Conclusión: la película se hace querer muchísimo y te deja con un gran sabor de boca. Destila belleza y gracia desde su cartel hasta los créditos finales. Te hace llorar, te hace sentir pena y te hace añorar un tiempo donde con sólo unas miradas entendías todo.

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